A la presidenta del Tribunal Constitucional, María Emilia Casas, la han pillado asesorando a una abogada, presunta asesina, a la que dijo: "Si alguna vez recurre en amparo, pues ya me vuelve a llamar". Suficiente para que ya hubiera dimitido, sino fuera porque en España hace mucho tiempo que la indecencia se confunde con la delincuencia. Y no es lo mismo. Para que algo sea indecente no hace falta que sea delito, y lo de Casa nunca sería delito, porque ya hace años que el Tribunal Supremo sentó la doctrina de que las escuchas telefónicas no valen como prueba si no se han ordenado específicamente para eso. Y en este caso quien tenía pinchado el teléfono era la abogada.
Ya pasó con el caso Naseiro, dónde lo que se dijeron los presuntos corruptos fue ampliamente divulgado pero que no sirvió como prueba porque a quien estaba grabando la Policía era a un presunto narcotraficante, hermano de uno de ellos.
miércoles, 4 de junio de 2008
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