(Columna publicada en El Economista el 27-7-09)
Quedan cinco días de trabajo para la justicia penal antes de su mes inhábil y en el Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana van a ser de mucho trabajo. Se espera, por un lado, que el magistrado José Flors acabe su tarea al frente del caso Gürtel, previsiblemente y según lo actuado hasta ahora, dictando la apertura de juicio con jurado contra Francisco Camps y compañía. Pero más aún se espera la decisión de la Sala de lo Civil y lo Penal del TSJ, que puede finiquitar la causa de los trajes presuntamente regalados en cualquier momento, con independencia de lo que haga Flors.
Los tres miembros del tribunal son conservadores, uno de ellos –su presidente, Juan Luis de la Rúa– muy amigo de Camps, por lo que el morbo está asegurado. Si archivan el caso porque se recordarán sus afinidades, y si no, porque al presidente valenciano parecerá que no lo salvan ni los suyos. La causa, ocurra lo que ocurra esta semana, coleará en septiembre, ya que todavía caben recursos.
Si Camps se va de vacaciones con fecha de juicio fijada, tendrá un mes para pensar sobre la dimisión, que todos sus acólitos le desaconsejan mientras justifican los regalos a los políticos y piden que se cambie el Código Penal para despenalizarlos. Hunden así su estrategia, ya que él sigue defendiendo que se pagó sus trajes, al contrario que Rita Barberá, que sí admite que El Bigotes le regaló bolsos sin que ni siquiera Garzón se atreva a empapelarla. Cosas de la justicia.
Mientras, en Valencia, muchos nos hacemos cruces ante la magnitud del escándalo "con lo que ha habido y hay por aquí", en palabras de un ex cargo del PP. Porque en la España de la picaresca lo de los trajes es sólo la punta del iceberg, pero no de Francisco Camps, sino de una sociedad donde el chanchullo, el enchufismo y las comisiones –en México lo llaman mordida– son parte de la cultura. Lo cual no exculpa a Camps de su posible cohecho impropio, aunque lo pone en contexto. Él mismo tiene cerca casos peores que no ha querido ver ni atajar. Ése es su mayor pecado.
lunes, 27 de julio de 2009
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