(Columna publicada en El Economista el 21-9-09)
Un miembro del Gobierno de Francisco Camps admitía el otro día en privado que los políticos valencianos están mostrando en los últimos meses una imagen nada edificante para la ciudadanía. Pocos días después, como si quisieran corroborar sus palabras, los 12 concejales socialistas de Benidorm torcían la voluntad de los votantes y se lanzaban a por la Alcaldía con la ayuda de un tránsfuga.
Era la crónica de una venganza anunciada desde antes del verano, cuando el PP quedó en minoría en la capital turística valenciana. Una ciudad que los socialistas, ya entonces controlados por la familia Pajín, perdieron en 1991 por el voto de una tránsfuga, Maruja Sánchez, asesora desde entonces de los sucesivos alcaldes populares y que será despedida en cuanto se consume la traición.
Lo de Benidorm tensa aún más la agria relación entre los dos grandes partidos en la Comunidad. Desde que estalló el caso Gürtel, monotema de los socialistas del que el PP no quiere oír hablar, ambos bandos nos regalan cruces de acusaciones, a veces con insultos como “desvergonzado”, “chulo político” o “barriobajero”. Mucho nivel, como se ve, en una disputa política en la que apenas se habla de paro, falta de crédito a las empresas o soluciones a la crisis.
El mal rollo afecta de lleno a las instituciones, con un bloqueo sin precedentes del PP al nombramiento como senadora de Leire Pajín, que debía serlo desde mayo, problema anterior por tanto a la moción de Benidorm en la que su familia participa activamente. El próximo conflicto institucional llegará con el previsible rodillo popular en la elección de representantes en las cajas de ahorro. Todo esto es poco edificante para la ciudadanía, como reconocía el político.
Tampoco ayuda a la imagen de los diputados autonómicos el hecho de que, pese a sus diferencias, se hayan puesto de acuerdo para otorgarse unos finiquitos de oro en contra del criterio del Letrado Mayor de las Corts, que los consideró ilegales. Ni que hayan despedido por ello al Letrado Mayor.
lunes, 21 de septiembre de 2009
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Una pregunta... ¿la Pajín és síndrome de down o es queda en border-line? Ara, fóra conyes: estaria bé que els periodistes valents no es deixaren dur pel corrent d'aquesta gentola i tractar els temes de fons, el que de veritat importa, perquè el circ polític és patètic i la fauna està instal·lada molt còmodament. T'aliente a no donar-los més publicitat a les teues columnes i directament, que els envies a fer la mà. Potser és massa radical?
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